La evolución nos ha dotado de unas importantes capacidades para procesar la información de nuestro entorno. A lo largo de miles de años, las culturas humanas han desarrollado diferentes paradigmas de interpretación de lo que nos rodea. La ciencia es, sin lugar a dudas, el más fiable y potente de estos paradigmas de interpretación de la realidad. La astronomía y la astrofísica utilizan toda la potencia del paradigma científico para estudiar la naturaleza, estructura y evolución del Universo. La relación del ser humano con el cosmos es inmemorial; desde siempre hemos alzado nuestra mirada a la bóveda celeste con maravilla y asombro, preguntándonos cual es nuestra relación con el lejano y misterioso cosmos. Pues bien, ahora comenzamos a entender los fundamentos. Gracias a la investigación astrofísica, ahora disponemos de un buen mapa de la relación íntima del ser humano con el cosmos, y este conocimiento nos proporciona una experiencia aún más fascinante y sobrecogedora de nuestra herencia evolutiva cósmica de trece mil ochocientos millones de años.